Del burn out al karoshi: los excesos del trabajo dañan gravemente la salud
Aproximadamente dos terceras partes de los trabajadores de la Unión Europea están expuestos a factores de riesgos psicosociales relacionados con el estrés y la salud mental según la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (AESST). Una de las consecuencias más frecuentes es el burnout o síndrome del trabajador quemado. Llevado al extremo, puede provocar lo que los japoneses llaman karoshi o muerte por trabajo. El burnout no está incluido dentro del catálogo de enfermedades de la OMS, pero este exceso de trabajo está establecido como fenómeno ocupacional que influye en el estado de salud.

La presión que llega desde fuera… pero también en forma de autoexigencia
La presión a la que se ven sometidas algunas personas puede ser tanto un factor externo, que se ejerce por parte de la empresa o algún superior, como provocado por una intensa autoexigencia. Por ejemplo, tener expectativas de promoción profesional e imponerse una carga superior de trabajo de forma proactiva para demostrar la valía. O también, un excesivo compromiso con el trabajo, tan frecuente en posiciones de liderazgo o de profesionales muy cualificados.
Este fuerte compromiso tiene que ver con la idea de la realización personal a través de la profesión. Está muy vinculado con funciones que poseen un gran carácter vocacional. Pero también ocurre en trabajos relacionados con el cuidado de personas, la enseñanza y el soporte a población vulnerable. Ocurre que, de forma paulatina, esta intensa implicación va comiéndose el espacio para el desarrollo de otras facetas vitales. En general, puede decirse que afecta a personas que se han sentido muy motivadas por los cometidos que realizan pero que, producto del desgaste profesional, terminan sintiendo una profunda falta de implicación y distanciamiento.
Para trabajar eficazmente necesitamos algo de presión
La cuestión es que la presión o la activación para trabajar, por sí sola, no es perjudicial. Al contrario, sirve para generar automotivación y realizar tareas de una manera eficaz. Hay quienes prefieren un poco de presión de más que estar pobremente estimulado por una escasa exigencia.
El problema viene cuando esa presión no se gestiona correctamente y aparece el descontrol, un desbordamiento. En estos casos, para tratar de llegar a todo, es bastante común que se empiecen a asumir riesgos sobre la salud con el fin de abordar todas las tareas que se imponen. Por ejemplo, alargar la jornada hasta altas horas de la noche y restarle tiempo al descanso. Aparece la sensación de que no se llega, de que no se puede hacer frente a ese nivel de presión. El estrés se hace patente. Prolongado en el tiempo comienza a cronificarse y se convierte en un problema grave de salud.
Más allá del tipo de profesiones que son más sensibles a comportamientos que generan mucho estrés, también existen perfiles individuales que están expuestos a mayores riesgos de burn out. Aquí entran en juego patrones culturales relacionados con el éxito y la realización profesional. Personas que se identifican mucho con su trabajo.
¿Estoy sufriendo burnout?
Para poder hacer una detección precoz y evitar el burnout, tanto el propio como si tenemos a alguien cercano, es fundamental conocer las señales que identifican las principales guías de salud laboral. Estas manifestaciones pueden ser tanto de tipo emocional, como cognitivo o conductual.
Las alarmas deben saltar cuando aparece recurrentemente la sensación de que no se pueden abordar las tareas. Más concretamente sentir mucho cansancio y falta de productividad, de efectividad de manera constante. Es también sintomática la irritabilidad y adoptar actitudes excesivamente críticas y cínicas sobre el trabajo. Se revela una falta de ilusión por el trabajo y se pierde fácilmente la concentración. Es bastante común impacientarse ante cualquier mínima dificultad. El consumo de drogas y/o alcohol aumenta con el objetivo de sentirse mejor o, directamente, de no sentirse, como de ingerir alimentos de forma compulsiva.
Las relaciones en el trabajo se ven normalmente afectadas. Se puede producir una mayor conflictividad o, todo lo contrario, un retraimiento o aislamiento. Esto depende más del carácter de la persona.
También son visibles las señales de burnout cuando se produce mucho absentismo o, todo lo contrario, un exceso de presencialidad, por ejemplo, acudir a trabajar a pesar de estar enfermo. También puede ser significativo un cambio en la puntualidad, pasar de llegar a tiempo a llegar tarde recurrentemente.
Las fatales consecuencias de una excesiva implicación con el trabajo: el karoshi
Una alta exposición al estrés laboral puede desencadenar un problema grave de salud. Por ejemplo, caer en una depresión, tener episodios de ansiedad frecuente, elevada presión sanguínea. Padecer una mayor vulnerabilidad frente a las enfermedades o tener mayores dificultades para recuperarse de ellas. Puede producirse diabetes y es habitual padecer insomnio. Todo ello puede derivar en enfermedades cardiovasculares.
Padecer desgaste profesional también provoca un aumento de los accidentes laborales debido a la falta de concentración o los comportamientos arriesgados para hacer frente al exceso de tareas.
En Japón han puesto nombre al tipo de muerte causada por un exceso de trabajo: karoshi. Fruto de la necesidad de una rápida recuperación del país tras el desastre que supuso la Segunda Guerra Mundial las autoridades japonesas apelaron el compromiso de cada ciudadano con la recuperación a través del trabajo. De esta manera, se desarrolló en la población una fuerte identificación del plano personal con el mundo del trabajo. En algunos casos, este vínculo los lleva a trabajar horas y horas de más hasta la extenuación y, en muchos casos, hasta la muerte.
Cómo se puede prevenir el burnout
Los límites son fundamentales a la hora de proteger nuestra psique de las exigencias externas y tener el poder de gestionarlas. Poner coto a la autoexigencia pasa por revisar prejuicios sobre la consideración de la propia valía, el autocuidado y el reconocimiento de limitaciones.
La salud mental es un tema cada vez más recurrente en las conversaciones. Admitir que se está sufriendo una presión excesiva puede atajar el deterioro de la salud.
Las soluciones, por descontado, deben venir del lado de la organización para la que se trabaja, teniendo en cuenta estos riesgos sobre la salud de la plantilla y poniendo en marcha campañas de sensibilización y conocimiento que ayuden a identificar estas conductas para atajarlas lo antes posible. Hacer visible los síntomas ayuda a que se puedan localizar en uno mismo, pero también en las personas que nos rodean que, desde la confianza, pueden hacernos una llamada de atención.
Las empresas deben analizar el absentismo o una rotación excesiva
El estrés se malinterpreta o estigmatiza cuando el enfoque es individual. En este sentido, funcionan algunos mitos, como que a las personas débiles no les afecta el estrés, o determinados prejuicios sexistas que impiden a algunos hombres admitir que están sufriendo estrés y les dificulta poner freno a tiempo. Desde los estudios especializados, se señala que puede ser contraproducente hacer hincapié en el concepto de resiliencia porque reforzaría la idea de que los profesionales son capaces de evitar el burnout o de recuperarse una vez caen enfermos por este motivo.
Se recomienda a las organizaciones que incorporen indicadores indirectos como los que se aplican para las políticas antiacoso laboral. Por ejemplo, el análisis del absentismo o la alta rotación.
Cuando se aborda este tipo de problemas desde una perspectiva organizacional evaluando desde los riesgos sobre la salud, es más gestionable y eficaz.