Las claves del liderazgo para dirigir equipos y proyectos
El liderazgo se requiere en todo puesto que implique gestión de equipos de trabajo. A poco que te toque dirigir un proyecto en el que tengas que coordinar a un grupo de personas, vas a tener que poner en marcha esta cualidad. No digamos ya si te encargas de todo un departamento o de varios. Te contamos las claves del liderazgo, útiles tanto si comienzas tu andadura como si quieres mejorar tu estilo de dirección.

Asumir tu papel de liderazgo en la empresa
En sus comienzos, casi todo líder o lideresa pasa por un periodo amargo. Hay quien se incorpora a la empresa de nuevas y tiene que salvar la dificultad de entrar en un puesto de mando sin que nadie le conozca. Otras personas ascienden desde un puesto de menor responsabilidad mediante promoción interna.
Salvo en contadas ocasiones, en los dos casos puedes encontrarte con un entorno muy desfavorable. Las envidias, las inseguridades y la resistencia al cambio son factores contra los que tendrás que luchar muy a menudo. Incluso puede que el ambiente al principio sea muy favorable porque la gente a la que coordinas tiene unas altas expectativas contigo. Pero, al final, todos somos humanos y cometemos errores. Notar el desencanto de los demás es una sensación muy desagradable también.
Ármate de paciencia en los inicios
Lo que hemos contado hasta ahora son solo los comienzos. Así que ármate de paciencia y no te precipites a la hora de juzgar a las personas que tienes que coordinar. Guardar rencor no va a hacer que mejore tu labor, al contrario, puede entorpecerla y mucho. El liderazgo es una carrera de fondo, necesitarás resistencia. Y no olvides que el ecosistema de una empresa es tremendamente delicado. La productividad y el trabajo en equipo depende en gran medida del bienestar laboral. También el absentismo está íntimamente relacionado con este bienestar. Y, cómo no, la atracción y retención de talento.
Es necesario que asumas el papel que te han asignado y que tú has aceptado. Lo que toca es tener una visión más panorámica y a medio-largo plazo. La empresa quiere a alguien que tenga en cuenta el conjunto y que sepa llevarlo en una dirección alineada con sus objetivos. Pero no está dispuesta a sacrificar la productividad, soportar un absentismo o descontento laboral elevado o sufrir una fuga de talento. Y en esa cuerda floja es en la que tienes que conseguir estabilizar tu posición.
Tipos de liderazgo que te conviene evitar
Hablábamos en el punto anterior de cuidar el ecosistema empresarial. Los tiempos han cambiado mucho y lo que antes funcionaba hoy día es un completo fracaso. Porque la sociedad se transforma y eso es algo que los líderes han de tener muy presente. La adaptación ha de ser uno de sus must. Es por eso que estos tres estilos de liderazgo no te van a funcionar y conviene que los evites a toda costa:
Liderazgo autocrático
Ya sabes, el clásico “ordeno y mando”. Tiene muchos inconvenientes y prácticamente ninguna ventaja. Si funciona es porque quizá, además de ser autocráticos, determinados líderes tienen otras cualidades muy válidas que se verían potenciadas si cambiaran su forma de gestionar a un equipo. Por ejemplo, una gran capacidad de dirigir de manera alineada con los objetivos de la empresa. Ejerciendo un liderazgo “bueno”, esta capacidad brillaría mucho más.
Microliderazgo
Este es el clásico líder que pretende controlar todos los detalles y está en todo, pero, como suele decirse, no está realmente en nada. Las personas a su cargo viven en tensión continuada por una vigilancia extrema y no pueden tener iniciativa. Su obsesión por controlar a menudo les despista de su verdadera responsabilidad, que es mantener esa visión de conjunto de la que hablábamos y un rumbo claro. Con su actitud provocan que se pierdan muchísimas horas de trabajo. Aprender a delegar es el primer paso para no caer en este tipo de dirección.
Liderazgo laissez-faire
Incluimos dentro de los liderazgos a evitar este tipo, aunque también lo mencionaremos dentro del apartado de “los buenos”. “Dejar hacer”, eso significa ‘laissez-faire’. En concreto, se refiere a “no intervenir”. Esta actitud puede llegar a ser muy negativa si no se aplica en entornos muy concretos y realmente escasos. Puede llevar a que el equipo de trabajo se sienta perdido y se fragmente, lo que afectaría muy negativamente a los objetivos que han de conseguirse.
¿Cuáles son los liderazgos “buenos”?
A poco que busques, vas a encontrar un montón de tipos de liderazgo. Y conocerlos todos está muy bien. Sin embargo, nosotros vamos a reducir este listado a dos tendencias dentro de las cuales se pueden englobar prácticamente cualquier clase de liderazgo deseable:
Liderazgo democrático
Para entender esta forma de liderar, hay que partir de un presupuesto: las personas empleadas, por lo general, son competentes y quieren hacer bien su trabajo. Nótese la gran diferencia con el precepto del que parte un líder autocrático o uno que practica el microliderazgo. Ambos parten de la idea de que los trabajadores solo quieren hacer el mínimo y que no cumplen con sus tareas si no se está encima de ellos o si no se les presiona.
La tendencia en los líderes democráticos es facilitar la iniciativa, practicar la escucha activa y motivar para que la plantilla se implique. Dentro de este tipo de liderazgo hay un amplio espectro de formas de gestionar un equipo de trabajo. Desde hacer un seguimiento del personal parecido a un coaching hasta el ya mencionado laissez-faire, que puede ser muy positivo en entornos en los que se requieren grandes dosis de innovación y creatividad.
Liderazgo transaccional y liderazgo transformacional
La diferencia principal entre estos dos enfoques de liderazgo es dónde se coloca el centro de la acción en la gestión de equipos de trabajo. El liderazgo transaccional lo sitúa en las recompensas e incentivos[MOU1] materiales y el liderazgo transformacional, en las personas empleadas, en su motivación e implicación a un nivel no material. No son posturas opuestas, simplemente indican distintos niveles de implicación. Y son adecuados para distintos momentos en el crecimiento de una empresa.
Cuando una compañía tiene las bases muy asentadas, un crecimiento sin saltos y una plantilla muy estable, el liderazgo transaccional puede ser el ideal. Ya se supone que el personal está implicado. Incentivarlo (sin descuidar nunca su motivación) puede proporcionar cuotas más altas de productividad.
En el caso de que una empresa atraviese por un momento convulso o un cambio al que se tiene que adaptar, es el momento de emplear un liderazgo transformacional. Ahora es muy popular porque un alto porcentaje de empresas están haciendo un gran esfuerzo por adaptarse a la transformación digital. Este tipo de líderes, con sus valores y su guía inspiradora, consiguen atraer y ser un ejemplo para el personal al que dirigen. De esta forma, se superan grandes barreras, como la resistencia al cambio.