Ser perfeccionista ¿es realmente una ventaja para tu candidatura?
Hace años se consideraba que una persona perfeccionista poseía una gran virtud. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, metodologías como el agile han tachado esta actitud como un inoportuno defecto. Especialmente, en un puesto de mando o muy técnico. Los tiempos cambian y las necesidades van cambiando con ellos. Ahora bien, el perfeccionismo continúa encerrando una verdadera skill. ¿Quieres saber cuándo es una ventaja y cuándo una desventaja? Te orientamos sobre ello.

La trampa del perfeccionismo
Venimos de una sociedad donde el esfuerzo era valorado muy por encima de la agilidad y a menudo se contraponía a esta. Hacer las cosas rápido solía ser sinónimo de hacerlas mal. La imagen de un zapatero o una costurera rematando su tarea con paciencia era el ejemplo de personas entregadas al trabajo. Un jefe que estaba atento a cada movimiento de sus subordinados era un mando bien considerado al que no se le escapaba ni una.
Este tipo de valores se van transformando a medida que la producción se va haciendo mucho más masiva. No es necesario que los productos estén tan bien terminados, sino que lleguen a más gente y a un precio más económico. Aunque son las nuevas tecnologías las que le han dado la vuelta por completo a esta situación. Ahora la agilidad es un valor y la perfección puede ser una tremenda barrera para el desempeño de tus funciones.
Jefes ultracontroladores o micromanagement
Con respecto a los puestos de mando, hay un concepto que define a quienes pierden el tiempo hipercontrolando los detalles: micromanagement. Cuando se tiene entre manos un gran proyecto, centrarse en detalles que no van a aportar valor resulta un gran contratiempo. Ejercer un control demasiado exhaustivo puede llegar a considerarse por parte de los empleadores como un agujero por donde pierden beneficios. Si se cuenta con una plantilla con un alto grado de autonomía, que tiene una capacidad técnica por encima incluso de quienes la coordinan, el ultracontrol solo va a conseguir ralentizar el ritmo y generar mal ambiente.
Si te consideras perfeccionista, analiza también cómo es tu relación con la agilidad, las soft skills y la adaptación al cambio. Si hay un desequilibrio en detrimento de estas últimas cualidades, tienes que pensar en reorientar tu tendencia a dejarlo todo tan bien rematado.
¿Cuándo es positivo ser perfeccionista en el trabajo?
La clave del perfeccionismo es usarlo apropiadamente. En una sociedad donde impera la rapidez, el trabajo lento y atento también puede representar un valor. Sin embargo, conviene que analices bien tu puesto para determinar si ser perfeccionista está ayudando a tu desempeño o si has caído en la trampa que contábamos al inicio.
Hazte esta pregunta: ¿con esta actitud aportas valor al resultado o estás ralentizando el ritmo innecesariamente? Para contestarte, ten en cuenta parámetros objetivos y mide a lo largo de un periodo. Establece los valores iniciales en el momento actual, sin cambiar de actitud, y ve haciendo mediciones por periodos de tiempo después de haber tomado una actitud menos controladora y perfeccionista, más agile. Algunos medidores o KPI pueden ser el índice de absentismo laboral y de rotación; el cumplimiento de plazos o los retrasos, la velocidad de producción, la calidad del acabado o el coste, entre otros.
Cómo enfocar el perfeccionismo en una entrevista
Ten en cuenta que algunos empleadores tienen auténtica aversión las actitudes perfeccionistas. Como haces siempre que vas a contactar por primera vez con tus posibles empleadores, investiga la empresa. Fíjate en qué es lo que aporta valor a sus productos o servicios, cuál es su marca distintiva en el mercado. Ahora piensa en la actitud perfeccionista que te caracteriza, ¿alguno de estos valores sale ganando gracias a tu gusto por controlar los detalles? Si es que sí, eso es lo que se debe traslucir en tu encuentro.
Ahora bien, si el afán perfeccionista no mejora ninguno de los principales valores de una compañía, es el momento de ver cómo transformar esta actitud hacia una habilidad mejor considerada.
Consejos para convertir el perfeccionismo en una verdadera skill
Este post no tiene el propósito de hacerte sentir mal dándole la vuelta a lo que considerabas una de tus habilidades. Simplemente se trata de adaptar a los nuevos tiempos el perfeccionismo y hacer que brille como se merece. Te ofrecemos tres consejos que te ayudarán a orientar mejor esta tendencia.
Reduce tu ansiedad ante las cosas inacabadas
Es importante que empieces a conocer metodologías que se centran en lanzar productos inacabados para terminar de perfeccionarlos con el feedback de usuarios o compradores. Se requiere perfección, sí, pero hay que elegir bien el momento para dar los acabados. Divide en fases tus proyectos y determina, entre otras cuestiones, el grado de perfección que puede soportar cada fase sin que se retrasen las demás y sin que el producto o servicio pierda valor.
Deja de asociar la perfección a la falta de errores
Errores comete todo el mundo, es muy humano. De hecho, es una de las formas de aprendizaje. En ocasiones, cometer un error es justo el inicio de un gran acierto. En lugar de desterrarlo y no pensar en ello, hay que integrar los fallos como vías que definen el camino por donde no hay que volver a pasar. También son importantes las soluciones que se lanzan a partir de un error y que jamás se habrían planteado si no se hubiera cometido. Para que un proyecto, producto o servicio quede bien terminado, perfecto, a veces es imprescindible pasar por una fase de desaciertos.
Acoge con aprecio la innovación y la creatividad
La innovación y la creatividad se han contrapuesto muchas veces a la perfección. Por definición, son actitudes inacabadas. Transitan por caminos por los que nadie acostumbra a pasar. Por lo general, no se rigen por patrones correctos o incorrectos, no hay guías que aseguren lo que está bien y lo que está mal. El afán perfeccionista con frecuencia se atiene a una norma establecida y la cumple con rigor.
Sin embargo, puede haber diálogo entre todas estas tendencias y, de hecho, es conveniente que lo haya. La innovación y la creatividad pueden beneficiarse de la minuciosidad que aporta el perfeccionismo si se integra en determinadas fases de los proyectos. Y una actitud demasiado perfeccionista se conseguirá adaptar y seguir el ritmo que requieren los tiempos actuales si abraza la espontaneidad del afán innovador y creativo.